sábado, 31 de marzo de 2012

KIOTO 2: KINKAKU, RYOAN Y NINNA

La colada ya está hecha. Se encargó Laura anoche. Todos tranquilos.


Queremos estar los primeros en el templo Kinkaku, que dicen las guías que cuanto más temprano mejor, pues a las siete. Lo peor es despertar al enano que no hay manera de que abra los ojos antes que nosotros. Con lo tempranero que es...
Ni desayunamos, venga, rápido, vamos, vamos...ese ruido qué es? lluvia? Miguel a la mochila que nos mojamos!.
En recepción nos prestan un paraguas y salimos con una lluvia racheada, de esas que te pone los zapatitos de tela más oscuros. Tenemos cara de decepción. Venga no pasa nada hombre, que autobús? El 50. Como dice? B2? Pero si llevo toda la noche preparándome el plano que me dieron ayer y te juro que es el 50. Pues la tía dice que el B2. Pues vamos...Que parada? Kinkaku noseque, pues este no llega allí, se queda en una universidad, bueno pues desde allí andando y ya esta...jo, como aprieta.
Cuando nos paró el autobús ya la lluvia no era racheada, ya venía de abajo. La cornisita de la parada no servía para nada y dejé que la lluvia me pegara a mi mientras apretaba a Miguel que iba en la espalda contra un parapeto para que estuviese lo mas resguardado posible - te esto papi? te esto? -. Situación insostenible, cambio radical de planes, nos vamos de aquí - que hacemos? tenemos que cambiar de acera...por donde? Por allí, tenemos que estar atentos y en cuanto veamos el peatón en verde salimos disparados hacia el semáforo y cruzamos, vale? Si, ya ya, corre... Cómo pueden aliarse los elementos en un segundo para que una carrerita de 50 metros se convierta en un desastre? Cuando llevábamos tres metros se levantó un viento y dejó el paraguas de Laura como una caña y al mío se le salieron cinco varillas y me quedé con el mango mirando para arriba y el resto para abajo. El momento de desconcierto fue fatal e incluso de miedo por el niño y al alzar la vista estábamos a medio camino entre pasar y volver a nuestra marquesina...corre que parpadea correeeeeee...y en ese momento apretón de agua encima. Justo al pasar la calle llegó el autobús de vuelta y entramos como si nos hubieran tirado dentro. Al sentarnos chorreando solo se oía a Miguel riéndose y saltando en mi espalda, el tío ajeno a todo se lo había pasado en grande.
Te puede fastidiar la lluvia un viaje? Ni de coña...Al centro comercial de la estación. Hemos pasado tres o cuatro horas dentro para hacer tiempo. La zona de comidas preparadas es interminable y una pasada. Igual la de los dulces. El resto de las plantas muy normales pero en la de niños mucho entretenimiento y algo que nos ha llamado la atención, una peluquería. Le cortan el pelo a los niños montados en un coche, un pollo etc y mirando una tele individual con dibujos animados. Cinco y no se escuchaba ni una mosca.


Hemos comido de maravilla y ha salido el sol.


Nos vamos a Kinkaku, el pabellón dorado, si, porque esta recubierto de oro. Espectacular y en un entorno precioso. Miguel se me ha dormido encima otra vez.



De allí al Ryoan, de los que más ganas tenía de ver porque hay un jardín zen de rocas sobre arena blanca. El jardín alberga 15 rocas pero sólo 14 son visibles se ponga uno donde se ponga. Doy fé. Según la guía el misterio de las rocas da pie a profundas divagaciones sobre el sentido de la vida.


Y finalmente, aunque ya cerrados sus edificios, hemos llegado al Ninna y oído sonar en el silencio las pequeñas campanas de su pagoda.






Todo lo fácil que era el transporte en Tokio es de complicado el de Kioto. Tres transbordos para ir al "Camino de la Filosofía" y al final terminamos en otro sitio. Pues a comer pescadito!!

KIOTO 1: NISHI HONGAN, HIGASHI HONGAN Y GION

Vamos en tren hacia Kioto y una señora muy amable nos ha gritado Fujiiiii!!! y al asomarnos por la ventana lo hemos visto nítidamente y muy cerca. El monte Fuji, el símbolo de Japón.
Con todo el ajetreo no llevamos muy preparadas las visitas en Kioto. En cuanto lleguemos soltamos las maletas y nos ponemos en marcha.
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Ya estamos aquí en nuestra pequeña habitación del Tour Club de Kioto. Esta muy cerquita de la estación.


Las visitas a los templos deben hacerse muy temprano y a las 16:30 ó 17:00 todo cerrado, así que para una primera toma de contacto decidimos, sin mirar las guías, visitar al azar los templos mas cercanos caminando.
La primera impresión de Kioto no ha sido del todo buena. El contraste con Tokio es radical. Allí no hay apenas tráfico (normal teniendo en cuenta la comunicación ferroviaria que posee) y aquí en Kioto vas acojonado por las callecitas. La ciudad está muy tranquila a estas horas de la tarde y quizás nosotros muy cansados del viaje.
Hemos visitado dos templos mastodónticos Nishi Hongan y Higashi Hongan con poquita gente y amplias salas para disfrute de Miguel que descalzo iba saltando por todos lados intentando saltarse la valla donde estaban los monjes.



Sin saber que hacer hemos cogido el metro hasta el cruce de Shijo-Kawaramachi la zona comercial de aquí.



Hemos caminado un buen rato hasta dar con una zona preciosa con un entramado de tres o cuatro calles con casitas de madera de dos plantas y restaurantes muy discretos (caros). Hemos llegado sin saberlo a Gion, el antiguo barrio de las geishas y casas de té. Ya con el ánimo reconfortado por haber encontrado la identidad del Kioto que buscamos en aquel pequeño sitio, nos adentramos en él a dar un paseo. Mientras íbamos distraídos hablando vimos como en un lateral de la calle se iba agolpando la gente poco a poco alrededor de un taxi situado frente a una casita muy coqueta. Esperaba la salida de una geisha (los caracteres que componen la palabra significan "arte" y "persona"). Las geishas son mujeres que dedican la vida entera a su formación como actriz polivalente. Artistas con una formación refinada que acompañan a sus clientes a restaurantes o casas de té a ofrecer sus servicios. Y allí nos plantamos los tres con el resto de cotillas para ver salir de la okiya (casa de geishas) al emblema del arte tradicional de Japón. Me desesperé al vernos allí parados esperando y en esto que salió una jovencita muy guapa, contra todo pronostico sin la cara maquillada de blanco, y con una pequeña y delicada carrerita de pasitos muy cortos se metió en el taxi inclinando la cabeza hacia abajo. El contraste lo ponemos todos aquellos que allí parados convertimos en circo lo que esta lejos de serlo.



Anoche pecamos duramente y comimos hamburguesa, japonesa, pero hamburguesa.
Tenemos que levantarnos temprano.

viernes, 30 de marzo de 2012

TOKIO 6: UENO, KAGURAZAKA Y GINZA

Aquí la tarjeta de crédito se utiliza poco para lo cotidiano. Cuando llegamos al hotel de Tokio cometimos el error de pagar en metálico porque habíamos leído que no tendríamos dificultades para sacar dinero de algunos cajeros, pero las hemos tenido. Que si la banda magnética, que si no es el nº secreto, que no es válida (?) etc. Y lo mismo al querer pagar directamente en algún restaurante o comercio. El problema es que el hotel de Kioto quiere imperativamente efectivo y eso nos deja prácticamente sin blanca. Intentando contactar con nuestros respectivos bancos sin inmediatez de respuesta con la complicación de la diferencia horaria, nos hemos ido a la desesperada a la estación de Tokio donde está correos internacional para probar suerte allí y el cajero ha cedido ante nuestra presión.


Tranquilidad y vuelta al objetivo. Nos vamos a Ueno, al mercado de Ameyoko donde se vende pulpo, cigalas y sandalias en los mismos puestos.


Allí hemos vuelto a comer ramen y luego nos hemos dado un paseo por el parque donde está todo preparado para la principal atracción de la primavera, el Hanami (fiesta de los cerezos). Ni una florecita han echado los cerezos y se espera que el apogeo sea para el 10 de abril así que nos vamos de aquí un poco decepcionados. En Kioto leímos que florecían antes así que a ello vamos.



En Kagurazaka hemos dado un paseo por calles laberínticas donde franceses e italianos (algún español también) tienen un pequeño café o bollería artesanal.


Por último, por no irnos sin ver algo más, hemos visitado ya oscurecido Ginza, ese sitio tan exclusivo de las grandes ciudades donde uno se retira prudentemente de los escaparates por inercia. Miguel le ha cogido el gusto a pasear mirando las luces arropado con mi chaquetón mientras mastica "chiche" así que a disfrutar de sus últimas horas en Tokio.


Cenamos en un local junto al hotel y subimos a la habitación para preparar las maletas. Mañana a Kioto (13 grados de máxima, 2 de mínima y lluvia).

jueves, 29 de marzo de 2012

TOKIO 4 y 5: NIKKO Y KAMAKURA

Precisamente hoy no me despierto a las seis y por eso ha tenido que sonar el teléfono para desayunar temprano, estar a las 8:30 cogiendo el metro para hacer tres transbordos y pillar el tren que va hacia Nikko.
Error, hora punta en Tokio. Es verdad que la amabilidad es palpable en Japón pero teniendo que ver con el metro a hora punta, que nos den a los tres!!. Mientras va parando, a ojo hay que calcular si cabemos con el niño montado en el carro, con el niño en brazos y el carro plegado o simplemente no cabemos. Y luego apretados y silencio absoluto...llegamos a la estación y salida en tropel. Hay que bajar o subir las escaleras por la izquierda y siempre con la sensación de que la marea humana va en contra sin entender de izquierdas o derechas así que para desaparecer de la corriente imprimimos velocidad con el consecuente desequilibrio, cruce del carro y carrazo a alguno en la espinilla.
Llegamos tarde, por supuesto, pero encontramos billetes a las 10. Tren express, 125 Km en 1:50 horas dirección Nikko.


En Nikko hemos visitado tres templos en una zona boscosa con nieve dura y agua del deshielo por todas partes. Miguel se lo ha pasado en grande subiendo la escaleras interminables y descalzándose para entrar en los templos. En el silencio correteaba por los pasillos y saltaba cantando el himno de Andalucía a pleno pulmón.




Pensando que en la zona de los templos tendríamos sitios para comer hemos metido la patita y en el único hotel que había nos han clavado en el costado dos "hamburguesas japonesas" y dos empanadas de curry.
Empanada que Miguel se estaba comiendo cuando el que vigilaba la puerta del templo nos ha dicho muy claramente "ese aquí no entra hasta que no se termine eso" apartándonos a un ladito mientras todo el mundo pasaba.


El día se ha ido rápido y del sitio mejor dejo fotos.




Si la venida ha sido express, la vuelta sólo press, 2:32 horas.
Hemos llegado muy cansados así que al salir de la estación de Okubo hemos comprado comida en la calle y para el hotel a comer y a dormir.
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Ayer a Nikko y hoy a Kamakura a ver más templos. Hemos salido relajados porque la experiencia de la hora punta nos dejó huella.
Le hemos cogido el tranquillo a los trenes pero en ocasiones no es fácil ni para los locales que cuando les preguntamos se les ve dudar.


Los templos de Kamakura han resultado ser más espectaculares que los de Nikko. Son como uno piensa que son los templos de Japón.







Hoy tengo una indigestión de té verde, cuatro en el almuerzo y dos en la cena.



Os dejo una foto de un aperitivo que nos dieron en un restaurante con una cerveza, eso que no os cuadra tiene un sabor ligeramente dulce.


Miguel durmió bastante siesta y paramos a la vuelta en Shinjuku para ver la ciudad de noche, y desde allí hemos caminado hacia el hotel hasta el encuentro de un restaurante de tempura al que le tenía echado el ojo para que Laura se quitara el antojo.


Ya hemos activado el JR Japan Rail Pass que desde el viernes por la mañana nos da vía libre en todos los trenes de la compañía JR hasta que nos vayamos de Japón. Tenemos la reserva para Kioto el viernes por la mañana, así que aprovecharemos el día del jueves para ver algunos sitios recomendados que en principio no teníamos previsto.

Casi estamos a la mitad del viaje y nos da mucha pena dejar Tokio. Hemos visto lo imprescindible, que es muy poco para una ciudad como esta, pero hemos venido a verlo.

Ha habido veces que en un vagón de metro lleno todo el mundo ríe, también es verdad que no era hora punta...


martes, 27 de marzo de 2012

TOKIO 3: ASAKUSA, NIPPORI Y AKIHABARA

Hoy nos hemos levantado tarde. Laura sigue sin dormir bien (tengo que meterle doble flash a la cámara para que se le vea carne detrás de la ojeras). El destino es Asakusa para visitar el templo Senso. Ayer llegó el carrito por fin, así que vamos más relajados, sobre todo mi cadera.


Al llegar a Asakusa nos hemos metido a callejear y a comprar toda la comida que nos llamara la atención, un pescadito de bizcocho relleno de...chocolate? no chocolate no, pasta de judías...uff, toma Miguel...Canutillos de galleta con cositas por encima...jo esto sabe a...eso que comen los caballos...toma Miguel...Bolitas de...eso que es...pulpo si, pulpo...seis,una no seis, que eso me gusta a mi...una y media te has comido? y el resto qué?...Puppo no papi, puppo no...
Y más pero no me alargo. Los dulces tienen una pinta maravillosa pero parecen estar rellenos de pasta de arroz dulce o de judías y no nos gustan, más por el sabor que por la textura (como la del mazapán).



El templo es impresionante. Todo lo que rodea al ritual budista me llama mucho la atención por la delicadeza de los gestos sobre todo, el lavado de las manos con el cazo en la fuente, envolverse en el humo del incienso para alargar la vida...





Miguel se durmió y aprovechamos para almorzar como una pareja recién casada sin ese enano dándonos saltos encima. Hay muchos restaurantes escondidos en las plantas de los edificios o bien en el entresuelo, restaurantes del que sólo tienes como referencia el cartel con la foto de la comida, así que hay que arriesgarse y subir o bajar (una vez que entramos estamos atrapados, tanta amabilidad debe ser correspondida). Bajamos, metimos nuestros zapatos en unas taquillas antiguas y luego nos guiaron hasta un pequeño habitáculo de madera con una mesa y una lámpara.


Os dejo una foto con lo que hemos comido.


Nippori no viene en las guías pero es una zona residencial de Tokio que rodea a un cementerio. El terremoto de Kobe del mil novecientos nosecuantos tiró al suelo todo lo viejo dejando excepciones como muchos pequeños templos y viviendas de esta zona, alternando por las calles casitas japonesas actuales con caseríos de madera tradicionales. A la salida de la estación de Nippori hay que atravesar el cementerio, lápidas de roca con inscripciones labradas, algunas de ellas gigantescas, pequeños bonsais, cerezos en flor, mucha paz como debe de haber en esos sitios independientemente de la cultura, pero había que cambiar a Miguel, dónde? aqui en estos servicios en medio del cementerio...en el de minusválidos que tiene cambiador...Laura toqueteando en la pared para darle a la luz (ya había pero ella quería más) ha tocado un interruptor que accionaba una sirena de emergencia como mínimo para avisar de un ataque aéreo a toda la población de Tokio, de hecho cuando la ha apagado (ha tardado sus 15 segunditos) todavía había lapidas moviéndose. En fin, pa que sepan que llegamos.


Nos hemos perdido y al preguntarle a una jovencita por la calle que buscábamos ha llamado a alguien por teléfono y como no sabía explicarnos el sítio nos ha acompañado durante un kilómetro expresamente. Esto ya lo sabíamos pero no deja de sorprendernos la disposición siempre inmejorable.
Finalmente hemos ido a Akihabara la ciudad eléctrica donde todo es electrónica y manga. Había que ir para verlo aunque no tengamos ninguna de las dos aficiones. Miguel ya tiene su propia cámara digital de juguete, no para meterlo en las artes (que para eso ya tiene el violín y el ukelele) sino para que deje en paz las nuestras (menudos ilusos, la de juguete tiene 12,5 megapixels).
La cena en la habitación del hotel que mañana salimos tempranito de Tokio a Nikko.