miércoles, 4 de abril de 2012

KIOTO 3: DE SANJUSAN GENDO A GINKAKU

Las siete otra vez. Ya me cuesta. A Laura no, ella se crece con el tiempo y Miguel sigue a su ritmo, hay que despertarlo siempre.
Hoy la ruta es por el este de Kioto así que hemos decidido caminar y, después de surtirnos en una bollería francesa de aquí cerca, vamos camino al templo de Sanjusan Gendo. Hemos llegado casi los primeros y visto la sala donde están las mil estatuas de Kannon.
Luego nos hemos dado un paseo por el patio mientras Miguel fotografiaba a los demás turistas provocando risitas y convirtiéndose todo ello en un ciclo infinito (ya sabemos lo que pasa cuando mezclamos a niños occidentales con japoneses).





El turismo en un 95% es nacional aunque en ocasiones sí hay aglomeración de occidentales, esos grupos en tropel con una japonesa con voz de pito que mueve constantemente una banderita o un paraguas para que la sigan.

Ahora nos dirigimos hacia el templo Kiyomizu y para llegar allí hemos atravesado un cementerio japonés en un enclave precioso con unas vistas increíbles de Kioto. El templo está en medio de las montañas con lo que la subida empujando el carro y en muchas ocasiones llevándolo a pulso por las escaleras, va haciendo mella.







Este templo queda apuntado por ser de los que más nos ha gustado.

A la salida hemos bajado por unas callecitas muy bonitas disfrutando del paseo mientras Miguel se ponía perdido con un helado de té verde (el niño se nos ha vuelto exigente pero en fino). Y llegó la hora de comer que es también la hora de entrar en un restaurante a descubrir sabores. En el tiempo que llevamos aquí la hora de la comida nunca se complica, entres donde entres comes estupendamente. En éste no había carta pero da igual. Empiezan a traer tacitas, dos cuencos un plato, tres salsas...y hay que fotografiarlos. Nada sabe igual que lo del día anterior, todos los días algo nuevo y rico. Comer no es caro pero la cerveza vale 500 yenes (5 euros) en el sitio más barato.

En la cola del restaurante

La carta


En un arrebato de voluntad decidimos acabar la ruta de ayer que se estropeó con la lluvia pero haciéndola a la inversa así que tras echar una ojeada a los templos recomendados que nos quedaban en la zona este pusimos la marcha hacia el Camino de la Filosofía.





Después de un paseo agradable de unos 20 minutos hemos llegado a punto de que cerraran el templo Ginkaku. Un pasadizo de arena que llega al templo, un jardín de arena blanca y un bosque de bambú que en conjunto hacen para mi el jardín más bonito que he visto en mi vida.




Saliendo han tocado el gong que anuncia el cierre y para celebrarlo me he tomado una latita de cerveza a precio de oro en un local muy pequeñito. El japonés, que no paraba de deleitarnos con algunas palabrillas que había aprendido de español, nos puso unas laminas de un queso ahumado buenísimo que no ha habido manera de encontrar en ningún comercio de alimentación de todo Kioto.

Para cenar fuimos a la calle Pontocho, estrechita y muy coqueta con sus farolillos rojos.

1 comentario:

  1. Oooooooh que bonito; la verdad es que es muy notable lo que estás disfrutando del viaje.

    Un besazo , os quiero muuuuucho.

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