viernes, 6 de abril de 2012

TOKIO 7: SAKURA

Tren bala de vuelta a Tokio. Una vez en la ciudad que nos acogió siete días, lío padre para llegar al hotel que teníamos reservado cerca del aeropuerto. Soltamos los maletones y nos vamos a comer. Pedimos recomendación pero no dimos con el sitio y siguiendo el instinto de Laura que en las entradas más lúgubres encuentra tesoros, nos metimos en un local muy oscuro. Si ya en las zonas turísticas de Tokio casi no se habla inglés, en la zona aislada donde nos encontrábamos mucho menos. Y allí delante nuestra, paralizada, había una jovencita señalando el menú escrito en japonés. Ni nos inmutamos y ante su desesperación gritó apareciendo otra que sabía tres palabras en inglés pero con morro. Nos sentamos y como no había fotografías ni nada nos trajeron los pescados del día: salmón y caballa. Cómo se come uno una caballa asada con unos palillos? Con paciencia claro. Después de un ratito allí sentados nos percatamos de que nuestra mesa estaba entre dos puentes de un pequeño río artificial que recorría todo el restaurante donde había peces de colores, dos de ellos blancos y gigantes a los que Miguel ayudó a dar de comer.


Que hacemos? Vamos a darle una última oportunidad a los cerezos. Después de un buen rato en el metro salimos de la estación de Ueno por la salida que da al parque y vimos a mucha gente de vuelta. Mira que si tenemos suerte...pues sí, la tuvimos.




jueves, 5 de abril de 2012

KIOTO 6: NARA

Vamos hacia Nara. Hoy es el día más frío de todos los que llevamos aquí y no hay previsión de lluvia pero tampoco despeja. Los templos de Nara están ubicados casi todos en un parque y es a los que nos vamos a limitar porque la intención es bajar el ritmo para darle descanso a Miguel. La peculiaridad es que allí conviven dos mil ciervos en libertad. Antes de entrar en el parque, cartelito; los ciervos rara vez atacan a las personas pero, ojo, cornadas, patadas en la cara, mordeduras...vamos peor que un mono. Resultaron ser muy dóciles y manejables aunque Miguel teniendo una varita en la mano, ni ciervos ni nada.



Allí vimos tres templos. El Todai-Ji es famoso por tener dentro al Daibutsu (Gran Buda). Paseando por la sala que lo contiene vimos un revuelo de niños en fila. Resulta que uno de los pilares gigantes del templo tiene en su base un agujero por donde cabe un niño presumiblemente pequeño. Laura había leído algo sobre alargar la vida, la vida eterna o nosequé, así que Miguel a la cola. Yo del otro lado esperaba con la cámara mientras veía salir por el agujero a niños y a algún que otro adulto escuchimizado para hacer la gracia (trabajito costaba salir). Miguel pasó una vez pero como siempre repite se nos escapó corriendo y tuvo el atrevimiento de saltarse la cola a empujones (para saltarse una cola en Japón hay que ser un suicida o no tener conocimiento).


La primera

Y la segunda

Con el frío que hacia comimos en el primer sitio que encontramos. Sopita caliente.
Luego nos dirigimos al santuario Kasuga Taisha de color naranja y sembrado de faroles. Todo aquello encendido (dos veces al año) tiene que ser mágico.






Y finalmente nos dirigimos, cansados de templos, a dar una vuelta por Naramachi, una zona llena de casas tradicionales japonesas ideal para pasear mientras el pollito roncaba en su carro.
De camino a la estación de tren para volver a Kioto se nos ocurrió hacer una compra en un hipermercado para llevarnos algunos alimentos de aquí. Sé de un cocinitas que seguro que se ofrece a prepararnos algo.
Hoy cenamos en la habitación. Comienza la cuenta atrás para la vuelta.

KIOTO 5: MERCADO DE NISHIKI

Llueve mucho y como lo sabíamos hoy cotillearemos por los mercados a ver que encontramos.
Ya es habitual que compremos bollería francesa por la mañana porque sentarnos en una cafetería con el capitán trueno no es viable y nuestros cuerpos están habituados a la grasa mala así que la mantequilla y el chocolate hacen un efecto conciliador frente a tanta comida sana.
Vamos a la despensa de Kyoto que es el mercado de Nishiki, una calle cubierta donde sobre todo se vende alimentación. La pena es no saber qué comprar de todas las maravillas expuestas. Todo se puede probar y algo probamos. Aritsugu es una cuchillería donde hacen uno de los mejores cuchillos del mundo y como no hemos comprado nada para nosotros nos permitimos el lujo de quedarnos con uno al que una vez pagado le grabaron nuestro nombre en Kanji (como suenan en japonés).
Comimos muy bien tres cuencos llenos de arroz; huevas y pescado crudo para mi, salmón poco hecho para Miguel y pollo para Laura. A la salida del restaurante serían la 1 de la tarde y se había hecho prácticamente de noche con los nubarrones. El viento empezó a tirar bicicletas y carteles y todo el mundo quieto hasta que pasó.
Mi espalda y los talones me están matando con Miguel todo el día encima así que tal y como está la tarde nos vamos a la habitación a descansar, nosotros a ver los dibujitos y Laura a pegarse un baño en un sento (baño público con piscina de aguas termales donde todas van despelotadas).
Luego salimos a cenar por fin sin nada encima y nos metimos en un sitio donde al abrir las puertas del local todo el mundo gritaba Irasshaimaseeeee! (Bienvenido!), desde la cocina voces de mujeres Irasshaimaseeeee!, los cocineros tras la barra Irasshaimaseeeee! y todo entre carcajadas.


miércoles, 4 de abril de 2012

KIOTO 4: ZONA DE ARASHIYAMA

Definitivamente el Sakura es el día 10 de abril con lo cual nos perdemos el espectáculo de la primavera que este año se ha retrasado.
Además el martes da lluvia todo el día en todo el país con lo cual hay que sacrificar el viaje a Hiroshima y Miyajima en favor de Nara.
El transporte aquí sigue siendo un rollo, un viaje en autobús vale por persona 220 yenes y el bono para todo el día 500 yenes. Compramos el bono, nos montamos en el único autobús que va a Arashiyama y no nos sirve. Además tardan casi una hora de una punta a otra de la ciudad.
Vamos a visitar templos en un área natural entre montañas y nos dirigimos primero al Tenryu. De este templo sólo se visita el jardín. Miguel, como ya viene siendo habitual, va detrás de los turistas haciéndoles fotos y en un segundo nos lo encontramos rodeado de japoneses en círculo disparando flashes como si hubiesen visto a Buda. Tengo el video testimonial.

Las fotos del niño son de lo más inquietantes

A la salida subimos por un camino en medio de un bosque de bambú hasta llegar a un cruce donde nos quedamos solos así que decidimos caminar perdidos hasta el templo Adashino Nenbutsu rodeado por miles de imágenes de piedra. En él había un pequeño santuario con muchos muñequitos y Miguel dejó uno suyo.




Tantos días de idas y venidas tienen al enano un poco nervioso y nos pide bajar continuamente para correr y jugar, así que la tarde se la dedicaremos a él y que mejor ocasión que esta, donde a un kilómetro escaso se halla un parque de monos en libertad, el Iwatayama. Un kilómetro en línea recta y otro en vertical a pie (es lo que me pareció). Menos mal que nos permitieron dejar el carro abajo en taquilla...Y comienza la ascensión. Lo primero es subir en zigzag por un camino de 1,5 metros escasos de ancho con una baranda por donde se cuela un elefante hacia el precipicio. Lo difícil era contener a Miguel que veía como los demás niños corrían a sus anchas sin padres ni nada. Luego el cartelito: "no dejen a los niños solos con los monos, no mire al mono directamente a la cara, no le den de comer a los monos y si le dan, que sea con la comida en la palma de la mano, si lo hacen en un pellizquito te pueden arrancar un dedo, no corran delante del mono, no corran detrás del mono...", visto lo visto tenemos más posibilidades de ser devorados por los monos que de divertirnos y si queremos verlos tienen que estar de espaldas porque si se vuelven y en ese momento te cogen mirándolo a la cara estas muerto. Fascinante el mundo de los monos. Después de semejante ascensión (la última parte con Miguel en mis cálidos brazos) empezamos a ver a los monos en los árboles, y en la cumbre de la montaña una jaula gigante donde nos metimos con los cobardes para que no nos comieran aquellas criaturas de un metro escaso de altura. Otro cartelito dentro con lo mismo, no te acerques mucho a la reja que el mono alarga la mano, te arranca la cara y se la come delante de tu hijo. Debe ser que los occidentales somos un pelín más aprensivos porque los niños japoneses estaban encima de la tarima descalzos dándole a los monos pellizquitos de comida!!! Al rato nos relajamos viendo a los monos interactuar con los niños y a Miguel chillando de alegría. En una de estas me acerco a la reja mirando al mono de frente...y me pilló!!!! Abrió la boca, me enseñó los dientes y fijo que se quedó con mi cara. Mi desolación fue total cuando descubrí mirando alrededor que era el mono mas grande de la manada. Salimos de la jaula poniéndonos a merced de los animales y vimos como una trabajadora espantaba con ademanes a los más grandes para que se apartaran de la gente. Bajamos vivos y enteros.

Para celebrar el día nos metimos en un Izakaya (una especie de taberna japonesa) donde nos pusimos bien de todo y rematé la faena con una pequeña jarrita de Sake caliente.


KIOTO 3: DE SANJUSAN GENDO A GINKAKU

Las siete otra vez. Ya me cuesta. A Laura no, ella se crece con el tiempo y Miguel sigue a su ritmo, hay que despertarlo siempre.
Hoy la ruta es por el este de Kioto así que hemos decidido caminar y, después de surtirnos en una bollería francesa de aquí cerca, vamos camino al templo de Sanjusan Gendo. Hemos llegado casi los primeros y visto la sala donde están las mil estatuas de Kannon.
Luego nos hemos dado un paseo por el patio mientras Miguel fotografiaba a los demás turistas provocando risitas y convirtiéndose todo ello en un ciclo infinito (ya sabemos lo que pasa cuando mezclamos a niños occidentales con japoneses).





El turismo en un 95% es nacional aunque en ocasiones sí hay aglomeración de occidentales, esos grupos en tropel con una japonesa con voz de pito que mueve constantemente una banderita o un paraguas para que la sigan.

Ahora nos dirigimos hacia el templo Kiyomizu y para llegar allí hemos atravesado un cementerio japonés en un enclave precioso con unas vistas increíbles de Kioto. El templo está en medio de las montañas con lo que la subida empujando el carro y en muchas ocasiones llevándolo a pulso por las escaleras, va haciendo mella.







Este templo queda apuntado por ser de los que más nos ha gustado.

A la salida hemos bajado por unas callecitas muy bonitas disfrutando del paseo mientras Miguel se ponía perdido con un helado de té verde (el niño se nos ha vuelto exigente pero en fino). Y llegó la hora de comer que es también la hora de entrar en un restaurante a descubrir sabores. En el tiempo que llevamos aquí la hora de la comida nunca se complica, entres donde entres comes estupendamente. En éste no había carta pero da igual. Empiezan a traer tacitas, dos cuencos un plato, tres salsas...y hay que fotografiarlos. Nada sabe igual que lo del día anterior, todos los días algo nuevo y rico. Comer no es caro pero la cerveza vale 500 yenes (5 euros) en el sitio más barato.

En la cola del restaurante

La carta


En un arrebato de voluntad decidimos acabar la ruta de ayer que se estropeó con la lluvia pero haciéndola a la inversa así que tras echar una ojeada a los templos recomendados que nos quedaban en la zona este pusimos la marcha hacia el Camino de la Filosofía.





Después de un paseo agradable de unos 20 minutos hemos llegado a punto de que cerraran el templo Ginkaku. Un pasadizo de arena que llega al templo, un jardín de arena blanca y un bosque de bambú que en conjunto hacen para mi el jardín más bonito que he visto en mi vida.




Saliendo han tocado el gong que anuncia el cierre y para celebrarlo me he tomado una latita de cerveza a precio de oro en un local muy pequeñito. El japonés, que no paraba de deleitarnos con algunas palabrillas que había aprendido de español, nos puso unas laminas de un queso ahumado buenísimo que no ha habido manera de encontrar en ningún comercio de alimentación de todo Kioto.

Para cenar fuimos a la calle Pontocho, estrechita y muy coqueta con sus farolillos rojos.

sábado, 31 de marzo de 2012

KIOTO 2: KINKAKU, RYOAN Y NINNA

La colada ya está hecha. Se encargó Laura anoche. Todos tranquilos.


Queremos estar los primeros en el templo Kinkaku, que dicen las guías que cuanto más temprano mejor, pues a las siete. Lo peor es despertar al enano que no hay manera de que abra los ojos antes que nosotros. Con lo tempranero que es...
Ni desayunamos, venga, rápido, vamos, vamos...ese ruido qué es? lluvia? Miguel a la mochila que nos mojamos!.
En recepción nos prestan un paraguas y salimos con una lluvia racheada, de esas que te pone los zapatitos de tela más oscuros. Tenemos cara de decepción. Venga no pasa nada hombre, que autobús? El 50. Como dice? B2? Pero si llevo toda la noche preparándome el plano que me dieron ayer y te juro que es el 50. Pues la tía dice que el B2. Pues vamos...Que parada? Kinkaku noseque, pues este no llega allí, se queda en una universidad, bueno pues desde allí andando y ya esta...jo, como aprieta.
Cuando nos paró el autobús ya la lluvia no era racheada, ya venía de abajo. La cornisita de la parada no servía para nada y dejé que la lluvia me pegara a mi mientras apretaba a Miguel que iba en la espalda contra un parapeto para que estuviese lo mas resguardado posible - te esto papi? te esto? -. Situación insostenible, cambio radical de planes, nos vamos de aquí - que hacemos? tenemos que cambiar de acera...por donde? Por allí, tenemos que estar atentos y en cuanto veamos el peatón en verde salimos disparados hacia el semáforo y cruzamos, vale? Si, ya ya, corre... Cómo pueden aliarse los elementos en un segundo para que una carrerita de 50 metros se convierta en un desastre? Cuando llevábamos tres metros se levantó un viento y dejó el paraguas de Laura como una caña y al mío se le salieron cinco varillas y me quedé con el mango mirando para arriba y el resto para abajo. El momento de desconcierto fue fatal e incluso de miedo por el niño y al alzar la vista estábamos a medio camino entre pasar y volver a nuestra marquesina...corre que parpadea correeeeeee...y en ese momento apretón de agua encima. Justo al pasar la calle llegó el autobús de vuelta y entramos como si nos hubieran tirado dentro. Al sentarnos chorreando solo se oía a Miguel riéndose y saltando en mi espalda, el tío ajeno a todo se lo había pasado en grande.
Te puede fastidiar la lluvia un viaje? Ni de coña...Al centro comercial de la estación. Hemos pasado tres o cuatro horas dentro para hacer tiempo. La zona de comidas preparadas es interminable y una pasada. Igual la de los dulces. El resto de las plantas muy normales pero en la de niños mucho entretenimiento y algo que nos ha llamado la atención, una peluquería. Le cortan el pelo a los niños montados en un coche, un pollo etc y mirando una tele individual con dibujos animados. Cinco y no se escuchaba ni una mosca.


Hemos comido de maravilla y ha salido el sol.


Nos vamos a Kinkaku, el pabellón dorado, si, porque esta recubierto de oro. Espectacular y en un entorno precioso. Miguel se me ha dormido encima otra vez.



De allí al Ryoan, de los que más ganas tenía de ver porque hay un jardín zen de rocas sobre arena blanca. El jardín alberga 15 rocas pero sólo 14 son visibles se ponga uno donde se ponga. Doy fé. Según la guía el misterio de las rocas da pie a profundas divagaciones sobre el sentido de la vida.


Y finalmente, aunque ya cerrados sus edificios, hemos llegado al Ninna y oído sonar en el silencio las pequeñas campanas de su pagoda.






Todo lo fácil que era el transporte en Tokio es de complicado el de Kioto. Tres transbordos para ir al "Camino de la Filosofía" y al final terminamos en otro sitio. Pues a comer pescadito!!